Un nuevo año ha comenzado. En este año que entra nos espera un europeo en pista cubierta y un Mundial al aire libre, un mundial que servirá para levantar algunas espinas clavadas en la olimpiada. Personalmente espero volver a pisar el tartan con intenciones competitivas y para eso he vuelto, tras estas fiestas de un poco de desorden en los entrenos y las costumbres, ha entrenar con cierta dureza.
No obstante estas líneas no tienen, hoy, como objetivo relatar alguno de mis aburridos entrenamientos, ni tan siquiera algún suceso atlético de cierta relevancia, mi intención es compartir algunos pensamientos solitarios, melancólicos o quizá repentinos, que en una fría mañana uno puede tener.
Desde el parabrisas del coche divisaba un horizonte bicolor, un azul incipiente, que nacía entre los rascacielos y edificios de la Castellana y unas nubes con un gris claro empujando, intentando ocultar la luz de la mañana. Un año mas, muchos proyectos por cumplir, una escuela, un equipo, unas competiciones, etc. Pero quizá el proyecto más importante es mantener esa ilusión que con los años ha vuelto a dar esa chispa que uno cree perder con el paso del tiempo. Mientras fijaba la vista en el horizonte y las rayas blancas de los carriles pasaban inadvertidas a mi conciencia, la memoria ha vuelto a traicionarme. Mucho tiempo ha pasado desde que inicié este camino, un camino a veces duro pero otras, la mayoría, agradecido y positivo.
No obstante estas líneas no tienen, hoy, como objetivo relatar alguno de mis aburridos entrenamientos, ni tan siquiera algún suceso atlético de cierta relevancia, mi intención es compartir algunos pensamientos solitarios, melancólicos o quizá repentinos, que en una fría mañana uno puede tener.
Desde el parabrisas del coche divisaba un horizonte bicolor, un azul incipiente, que nacía entre los rascacielos y edificios de la Castellana y unas nubes con un gris claro empujando, intentando ocultar la luz de la mañana. Un año mas, muchos proyectos por cumplir, una escuela, un equipo, unas competiciones, etc. Pero quizá el proyecto más importante es mantener esa ilusión que con los años ha vuelto a dar esa chispa que uno cree perder con el paso del tiempo. Mientras fijaba la vista en el horizonte y las rayas blancas de los carriles pasaban inadvertidas a mi conciencia, la memoria ha vuelto a traicionarme. Mucho tiempo ha pasado desde que inicié este camino, un camino a veces duro pero otras, la mayoría, agradecido y positivo.
Gente que se ha quedado en el, compañeros que han dicho adiós de forma escondida y sin grandes portadas. Pero hoy, por alguna razón, he recordado a un compañero, se llamaba Teofilo. En el recuerdo quedará la estampa de Teófilo triunfando en los 1.000 metros del Campeonato de España juvenil. Los que tuvimos el placer de contemplar su zancada en Anoeta no podremos olvidarla. Aquella camiseta del Club Natación Reus Ploms vestía a uno de los más grandes talentos naturales que se han visto por las pistas españolas. Teofilo fue cinco veces campeón de España en diferentes categorías, siempre en el mediofondo. En 1985 fue el júnior más rápido del mundo en los 1.500, con 3'38''92, y en 1987 -con sólo 21 años- alcanzó las semifinales de los Mundiales de Roma. En 1991 registró el mejor crono de su vida deportiva con 3'35''84. Tenía por delante los mejores años de su carrera, pero su progresión se frenó y ya no participó en los Juegos de Barcelona.
Era rápido, amigo de sus amigos y melancólico. No se que pudo pasar por la cabeza de Teofilo, aquel 18 de agosto del 2004 para precipitar su cuerpo, que tantas pistas había recorrido, por una ventana de un hotel de Madrid. Lo cierto es que sentí su marcha como muchos del entorno atlético, pero tal vez aquellos que compartimos carreras con Teofilo, nos sentimos un poco traicionados a la vez que apenados, Teofilo, nos había abandonado, nos había dejado en el recuerdo sus últimas vueltas con una perfecta acomodación de la zancada en los últimos metros y sobre todo una soledad especial.
Mientras el recuerdo de Teofilo se difuminaba por el horizonte tras mi parabrisas, creo que alguna lágrima recorrió mis mejillas, quizá no quiera confesarlo, pero es posible que un incipiente llanto quisiera brotar. Acomodé mi conciencia en las rayas de los carriles y volví a la realidad de esta fría mañana.
No soy religioso, pues mis convicciones de fe son bastante escasas, sin embargo tendría que dar las gracias por seguir en este camino, por superar ciertos momentos que pudieron ser muy difíciles, en definitiva por seguir aquí. Teofilo no fue capaz, no pudo con la presión, tal vez no pudo con su alejamiento de las pistas, no lo sé, lo que si sé es que este camino debo acabarlo luchando, tal y como hacíamos en las pistas hace muchos años. Correr nos da la vida, es posible, por eso, seguiré en la brecha ilusionado e ilusionando a otros, a nuevos talentos, a atletas populares, a todos aquellos que quieran sentir en algún momento lo que es volar sobre cualquier superficie que permita poner un pie delante de otro de forma sucesiva.
3 comentarios:
Gracias por ilusionarnos y alentarnos a todos los Populares como yo.
saludos
Mauricio
Bonito recuerdo para un gran atleta, el mediofondista de las rayas blasncas y negras.
Se me ha puesto la piel de gallina al leer....
Un abrazo
Publicar un comentario