lunes, 8 de junio de 2009

El Corredor Termómetro.

Salvador, llamémos a nuestro personaje Salvador, se propuso correr un maratón, las diversas imágenes que había visto en aquel Maratón le animaron a lanzarse a la aventura. Nunca había entrenado con regularidad, tenía un poco de sobrepeso y tampoco sabía como iniciar su entrenamiento.

Al día siguiente se lanzo a la calle sin un objetivo claro para ese día, únicamente correr. Al acabar ese primer "entreno" sintio que necesitaba organizarse de alguna manera, pero ¿como?. Como muchos amigos y "entendidos" en la materia le habían comentado, quizá le valdría con correr cada día un poco más, una mayor distancia, un tiempo mayor. Fue en el baño, cuando estaba tomando la ducha, cuando se le ocurrió la idea. El termometro que tenía colgado trás la puerta le dió la clave definitiva.

Cada día correría la distancia que coincidiera con los grados que marcara el termómetro. Al principio todo parecía ser bastante equilibrado, era otoño y la temperatura oscilaba entre los 5 y 10 grados. El primer día, colgó el termometro en la terraza y observó lo que marcaba, 6 grados. Hoy correría 6 kilómetros.

Llegó satisfecho a casa, su primera jornada, de su nueva "planificación" se habia cumplido perfectamente. Durante unos dias la distancia no varió excesivamente dado que la temperatura no tuvo tampoco grandes variaciones.

Llego el invierno y con el las temperaturas bajo cero, ¿que hacer en este caso?, penso. Decidió descansar aquellos dias que la temperatura fuera 0 grados y realizar entrenamientos rápidos cuando el termómetro marcará valores bajo cero. El primer día que el termómetro marco un valor por debajo de 0 la barrita de mercurio se paró en 3 grados bajo cero, Salvador, decidió correr todo lo rápido que pudiera durante 3 kilómetros. Sin calentamiento, sin movimientos previos, el termómetro no le dijo nunca como.

Durante 4 dias se mantuvieron las temperaturas por debajo de 0 y Salvador, siguio corriendo rápido la distancia marcada por el termómetro. Hoy tocaba 1 kilómetro a alta intensidad, no era mucha distancia, Salvador, salió muy rápido y poco a poco noto como sus piernas se entumecian y pesaban hasta agarrotar su gemelo derecho. Aquel dia tuvo que volver a casa sin completar ese único kilómetro que le marcó su "particular" entrenador. Se había lesionado.

Tuvo suerte, al día siguiente empezaron a subir la temperaturas y el termometro marcó 0 grados, tocaba descanso. Al otro día 2 grados, tenía que correr 2 kilómetros de forma suave tal y como dictaba su sistema de temperaturas, bajo cero carrera rápido, 0 grados descanso y sobre cero carrera suave. A pesar de que el gemelo no estaba recuperado, Salvador, salio a realizar su sesión, esos 2 kilómetros fueron un calvario.

Pasaban los dias y no volvió a tener temperaturas bajo cero ni en 0 grados, por lo que siguio saliendo a realizar los pocos kilómetros que marcaba el dictatorial termómetro. Tardó varias semanas en recuperar la contractura, sin embargo, Salvador siguió confiando en su sistema.

Con la llegada de la primavera las temperaturas empezaron a estabilizarse en valores por encima de 15 grados, con lo cual la cantidad de kilómetros a realizar aumentó considerablemente. No hubo dias de descanso, el termómetro no volvió a marcar 0 grados.

Al llegar el verano, las temperaturas alcanzaron valores por encima de los 25 y 30 grados, lo que implicaba correr cada dia esa distancia. Empezó a bajar de peso y ello le animó a seguir confiando en su "entrenador". Quedaba poco para el Maratón y todo parecía ir perfectamente, un dia 30 kilómetros, otro dia 31, otro 30, otro 25, otro 37. Iba lento pero eso, a Salvador le importaba poco, la cuestión era cubrir la distancia que le adjudicaba cada dia el mercurio.

Aquel día la gente se agolpaba en la plaza cerca de la casa de Salvador, la sirena de la policia y de los servicios de urgencias se hicieron eco del suceso. Salvador permanecia tumbado, quieto, boca arriba, con la mirada puesta en el cielo y en aquel sol de justicia. El termometro marcaba ese día 42 grados, Salvador no pudo completar la distancia. Al día siguiente, Salvador no salió, el termómetro marcaba 36 grados, pero esta vez no había nadie para cumplir la sesión.

Compañeros, cada persona es un mundo, es una situación distinta a nivel metabólico. Eso significa que cada entrenamiento es personal, se debe adaptar a las condiciones del individuo y sobre todo mantener una organización y una planificación es casi más importante que la cantidad del entrenamiento. Los entrenamientos reflejados en revistas y libros son ejemplos, y solo ejemplos, lo que a unos les vale a otros puede no darles tan buen resultado. Antes de lanzaros a una aventura con un objetivo determinado cercioraros que conoceís vuestro cuerpo un reconocimiento médico deportivo y el asesoramiento de un entrenador que os ayude a escuchar vuestro cuerpo serán los mejores aliados para la consecución de aquello que os propongaís. No seaís "atletas termómetros" y no entreneís con la desorganización e improvisación, sed conscientes de vuestras limitaciones y de vuestro cuerpo, disfrutareís más de este apasionante mundo.