
Como muchos sabeís mi profesión, esa que me proporciona los garbanzos, esta vinculada con el mundo del deporte, concretamente con el entrenamiento de atletas. He tenido la oportunidad de trabajar con deportistas paralímpicos y por suerte o por desgracia desconocia la existencia de este artículo del señor Savater, hasta que una atleta mia, juvenil, me lo trajo.
Parece ser que dicho artículo se utiliza en los institutos como texto a comentar, algo que me parece bastante nefasto para la educación tanto deportiva como integral de nuestros chavales.
Señor Savater, no se trata de mostrar las carencias de estos deportistas ni de apelar al sentimiento de culpa de la sociedad, dando una muestra de oportunidades dispersas y sin sentido. Ni tan siquiera se trata de sacar de contexto la realidad de estas personas, simplemente es una forma de normalizar su vida y de hacerlos partícipes de una faceta más de nuestra sociedad. Es cierto que hay muchas cosas por hacer con estos colectivos, pero el deporte es una de ellas. Y, perdone si parezco algo pedante o sobrado de razón, pero muchos de estos deportistas, a pesar de su "minusvalía", le harían parecer a usted, en cualquier pista de competición, un verdadero disminuido físico, ya que, en lo que respecta a su valía mental, muestra usted, en este artículo en concreto, bastantes carencias.
No por ser un intelectual conocido de este país esta usted en posesión de la verdad y de la razón, y mucho menos debemos tomar su texto como un ejemplo educativo de nuestros adolescentes. En mi humilde opinión, y desde una visión más cercana del mundo deportivo, por lo menos bastante más cercana que usted, apelo al derecho de reivindicar la equivocación de pleno de su argumento. Lo siento pero a pesar de sus premios literarios, a veces los errores se cometen.
Aqui va el Texto de FERNANDO SAVATER:
“Si ahora les digo que voy a tratar de los Juegos Paralímpicos, seguro que empiezan a imaginarse un contenido que exaltará la fiereza indómita de la voluntad humana contra las limitaciones de la discapacidad física, etcétera, etcétera. Bueno, pues no. Mi opinión es que los Juegos Paralímpicos no constituyen un momento glorioso, sino que promueven un lamentable malentendido. Con todos los respetos, me parecen una chorrada monumental. Intentaré razonarles a mi modo el asunto.
Por lo visto, esas competiciones paralímpicas pretenden probar que las personas con minusvalías físicas no son inferiores en dignidad ni merecen menos admiración sino en todo caso más que quienes no las padecemos. Estoy tan de acuerdo con este planteamiento que esos Juegos me parecen más bien una humillación extravagante en vez de su confirmación. Es evidente que una persona sin piernas no es capaz de correr como quien las tiene: lo importante entonces no es demostrar que si se empeña podrá a pesar de todo correr más o menos bien, sino que una persona que no está capacitada para correr no por ello es menos humana que las demás y que es apta para realizar otras muchas cosas en la vida para las que no se necesita tener piernas.
En cuanto se les da una ocasión adecuada, los minusválidos prueban que no estamos meramente determinados por lo físico, sino que podemos buscar la excelencia de modo versátil y que hay mil modos diversos para saber ganarse el reconocimiento social. Un tetrapléjico como Stephen Hawking no necesita nadar a trancas y barrancas ni disparar un arco con la boca para conquistar nuestro respeto: su ejemplo indica que en la vida hay otras cosas humanamente importantes aparte de nadar o tirar con arco. Si, en cambio, se hubiese obstinado en hacer atletismo sólo habría sorprendido por su cabezonería, convocando el asombro malicioso que rodea a los fenómenos de circo.
Los Juegos Olímpicos son la ocasión para que los hombres y mujeres demuestren su perfección en ciertos ejercicios físicos, admirables cuando se realizan bien, pero perfectamente prescindibles. No entiendo por qué quienes sufren algún impedimento para tales destrezas se han de empeñar en remedarles con mayor o menor acierto, cuando hay tantas otras cosas que hacer. Lo importante es que la sociedad no les margine y les brinde ocasión de probar su valía en aquello para lo que realmente son tan capaces como cualquiera…, aunque no se ganen así medallas compasivas”.