domingo, 6 de julio de 2008

Desempolvaré mis viejos clavos.


Es posible que la edad ya no me acompañe en esta aventura, quizá no pueda recuperar aquella velocidad que antaño me permitía realizar los entrenos de calidad a un nivel muy respetable, pero lo voy a intentar. Volveré a la pista tras algunos años, yo diría que demasiados, alejado de la sintética superficie, de sentir esa sensación de impulso.

Tal vez los Aquiles no resistan este nuevo ataque y deba volver a los entrenos lentos y ruteros, pero debo intentarlo. Porque necesito dar vueltas y vueltas por el placer de hacerlo, por el simple hecho de luchar contra el tiempo que fisiológicamente ha pasado tan rápido y porque sencillamente me resisto a jubilar mis zancadas sin anclar los pasos a fuerza de claveteo podal.

Soy consciente de mis limitaciones, pues no he vuelto a correr rápido desde hace mucho, mucho tiempo, pero ahora es necesario, la aventura lo requiere, el 5000 será mi meta, mi frontera durante algún tiempo y el 1500 mi salida. Esta decisión tan atrevida para un veterano, aún joven en sus aspiraciones, ha sido repentina, pero no obstante meditada, y con esta meditación se han evaluado los posibles obstáculos que podré y deberé encontrarme. Dolores, sobrecargas, entrenos repetitivos y visitas asiduas al gimnasio para ganar esa fibra muscular que con los años se ha inhibido, escondido, ocultado y que ahora debe hacerse presente de nuevo.

Se que el color de mis fibras, por lógica científica y médica, ha tomado una tonalidad algo menos blanca, pero ese debe ser el primer paso para caminar por este nuevo sendero atlético. Rodajes rápidos, series a ritmos endiablados, un trabajo concienzudo adicional y sobre todo cuidar los detalles invisibles, que, por cierto, a mi edad se hacen aún mucho más necesarios.

6 meses para la transformación, 6 meses para ser capaz de robarle al cronometro el tiempo suficiente para decidir si merece la pena seguir en la brecha o volver al punto donde partí, la ruta. Si no lo consigo, al menos me quedará la satisfacción de haberlo intentado, que ya es mucho.

Y el cronometro deberá reconocer el esfuerzo, deberá realizar la equivalencia temporal edad – marca, de no hacerlo, quizá deba asumir la derrota y buscar otra batalla. 2009 puede ser el año del renacimiento al tartan o, tal vez, como mal menor, la readaptación a una vida atlética refugiada en el asfalto, una vez más.

Desempolvaré mis viejos clavos y me desearé suerte y paciencia para los futuros pinchazos matutinos que mis maltrechos Aquiles me auguran. Pero esto solo será al principio, después la calma albergará mis despertares.

1 comentario:

Espartano dijo...

Hola,
Llevo tiempo leyendote y por fin me decidi a escribir.
Me a gustado mucho este articulo ya que lo que describes me esta pasando ahora mismo a mi.
Contacte con un club en el que empezare en el Tartan a mediados de Septiembre. Empiezo con algo de miedo, inquietud, dudas, etc.
La disciplina que quiero preparar es 3.000 Obtaculos.

Saludos