jueves, 14 de febrero de 2008

Los motivos para correr.

Lo difícil, como para cualquier actividad de la vida que requiere un esfuerzo, es empezar y empezar muchas veces requiere de una determinada motivación, un objetivo a cumplir o una meta deseada por realizar. Muchas personas se plantean el inicio de su actividad física como una herramienta para mejorar su salud y prevenir posibles problemas físicos. Otros, sin embargo, deciden retomar aquella actividad que durante años realizaron, y que por diversos motivos, tuvieron que abandonar, véase mi caso personal.

Sin embargo, independientemente de las motivaciones, lo cierto es que un porcentaje muy alto de personas que se introducen en el mundo atlético les resulta difícil abandonarlo una vez lo prueban y se hace un hábito en su vida. Pero, ¿Cuáles son las mejoras que producen esta situación?, ¿qué beneficios nos trae la carrera a pie?.

Correr prolonga la vida. Es quizá una afirmación muy concreta y general pero cierta. Muchos estudios han demostrado que la realización de ejercicio es beneficiosa para poder llevar una vida sana, y el mejor ejercicio: correr. 25 kms a la semana a un paso entre 6 minutos por kms y 6.30 minutos por kilómetro, reducen el riesgo de problemas cardiacos. También diversas investigaciones, demuestran que realizar entre 50 y 60 km a la semana aumenta la longevidad en una proporción bastante evidente con respecto a los sedentarios. Incluso se puede obtener una mejoría psicológica, se tendrá mejor aspecto y un mejor estado de ánimo.

Pero veamos algunos beneficios de la carrera a pie un poco más detalladamente, junto con los pequeños inconvenientes que su práctica puede acarrear al no aplicar unas normas básicas.

Articulaciones. Aunque determinadas articulaciones como rodillas y tobillas son utilizadas con un grado bastante grande en la carrera, básicamente se produce una mejora en su flexibilidad y fortaleza, siempre y cuando se usen prácticas adecuadas y seamos cabales en nuestras limitaciones, cargas de entrenamiento y aumento de volumen. Si nuestras articulaciones están tocadas, deterioradas o sufren de alguna enfermedad, la carrera solo acelerará este proceso. Antes de comenzar someterse a un estudio para evitar posibles problemas articulares en el futuro.

Personalmente y con el transcurso de los años, he podido comprobar que muchas lesiones que se originan en las articulaciones son debidas a cargas mal distribuidas, una pisada inadecuada y el uso de un calzado poco apropiado. Es muy importante mantener un equilibrio en todos estos factores para poder sacar un beneficio a la carrera y que esta no se convierta en un enemigo de nuestra salud. Es fundamental, antes de empezar un entrenamiento orientado y serio, fortalecer nuestras articulaciones con ejercicios generales.

Psicológicos. Correr puede y de hecho mejora el funcionamiento mental. Gracias a la liberación de las endorfinas (la llamada hormona de la felicidad) durante su práctica se produce un efecto de aumento del estado de ánimo y un estado de exaltación que en la mayoría de los casos crea hábito. Sin embargo también se puede llegar a una saturación psicológica al no dar un respiro y tomar nuestro hábito de correr como una obligación. Debemos correr, si, pero con mesura y teniendo siempre unas prioridades, al fin y al cabo no somos profesionales, ¿o si?.

Muchas veces he tenido que disminuir volumen o cambiar los ejercicios y sistemas de entreno por entrar en una fase de apatía y desgana. Con el tiempo uno aprende a modular estas situaciones y a ser más ecuánime en el reparto de esfuerzo y variedad de entrenamiento. Por el contrario, es cierto que he observado una mayor capacidad para pensar en positivo, sobre todo después de una sesión de rodaje (carrera de nivel y velocidad baja) donde el disfrute y la satisfacción han sido máximos.

Circulación sanguínea. Los músculos implicados en la carrera son atendidos especialmente por nuestro sistema circulatorio, esto unido a los periodos de recuperación, obligados en cualquier actividad física, produce una dilatación de las arterias y venas para ser capaces de asimilar una mayor cantidad de sangre. Digamos que es una forma, de las muchas posibles, de la llamada supercompensación.

Longevidad. Por cada década nuestro organismo sufre un declive físico medio de un 3% y en los ancianos se produce con mayor velocidad por su poca actividad física. Si habitualmente realizamos una actividad física este porcentaje puede verse reducido. Puedo asegurar que desde que he vuelto a la práctica del atletismo y del deporte en general me siento más vitalista e incluso, y aunque sea una presunción por mi parte, observo con cierta gracia, como muchas personas se confunden a calcular mi verdadera edad cronológica. Un complejo de Peter Pan que viene muy bien alimentar de vez en cuando.

Electrolitos. Corriendo aumentamos el riego sanguíneo a muchos órganos con el aumento de electrolitos en sangre. Estos electrolitos se pierden con el sudor y en mayor grado con temperaturas altas, por lógica. Si ha esto unimos una buena hidratación antes, durante y después de nuestra sesión, conseguiremos que nuestro organismo aprenda de alguna forma a racionalizar estos elementos. Con ello también conseguiremos una disminución en los molestos calambres musculares y en los umbrales de deshidratación.

Sistema hormonal. Se produce un aumento del crecimiento hormonal, se acelera el desarrollo muscular y se queman las grasas con mayor efectividad. Es decir, nuestro cuerpo aprende a ser eficaz en sus funciones metabólicas. Por el contrario el cuerpo humano no es la herramienta tan perfecta que creemos, tiende a deteriorarse y a volverse costumbrista en ciertos aspectos, por lo tanto, debemos adquirir buenas “manías” y maneras para que nuestro organismo sea capaz de autoregenerarse con una mayor rapidez y eficacia.

Sistema Óseo. Se incrementa la estabilidad de los huesos, fortaleza y grosor, aunque si realizamos grandes volúmenes de kilometraje deberemos añadir algunos ejercicios de fortalecimiento con pesas para evitar lesiones y posibles problemas óseos.

Sistema muscular. Se aumenta la cantidad de vasos que suministran sangre a los músculos y debido al crecimiento de determinadas características musculares se mejora la capacidad de asimilar proteínas, quemar grasas y economizar la energía.

Sudoración. Se mejora la capacidad de asimilar el calor por medio de una sudoración más efectiva.

Presión arterial. El corazón engrosa sus paredes y ventrículos por lo tanto, con cada latido, llegará más sangre a los pulmones y el pulso en reposo (recién levantado y acostado) disminuye aproximadamente entre un 15% y un 20%. Digamos que el corazón se adapta poco a poco al esfuerzo y “aprende” a economizar su trabajo.

Sistema respiratorio. Los pulmones tienen una capacidad determinada y esta no se puede mejora, no obstante si se puede mejorar el funcionamiento de los músculos respiratorios lo que puede, y de hecho beneficia, a la función respiratoria global.

Sistema inmunitario. Al realizar distancias medias, entre 30 y 60 kms semanales, el sistema inmunitario se fortalecerá ante posibles riesgos de infección. Pero al realizar grandes volúmenes de trabajo, nuestro sistema inmunitario se ve debilitado ya que nuestro organismo se encuentra “entretenido” en atender otras prioridades. Por lo que los periodos de recuperación y suplementación, a estos niveles, son esenciales.

No hay comentarios: