Pasa el tiempo, y de que manera. Uno se da cuenta cuando tocan esos dias donde el cansancio asoma y la recuperación se hace esquiva. En esos momentos uno recuerda, desea, añora esos años en donde estas situaciones se convertían en pasajeras. Un cansancio que llega a derrotar tu ánimo y tras algunas semanas de entrenamientos, métodos y planificaciones te pone los pies en la tierra y te recuerda tu verdadera realidad.
Por suerte existen algunos aliados, la vocación, el deseo, la constancia de no perecer ante las fauces demoledoras del tiempo y uno se recupera, y vuelve a buscar ese punto de forma que le permita volver a ser lo que fue, aunque solo sea en parte. Buscas una nueva carrera, un nuevo reto, lo encuentras y pones tu mirada fijo en el.
Uno aprende a olvidar las derrotas, sobre todo aquellas que tratan de tirarte a la cuneta, derrapas, pero tomas pronto la dirección correcta, eso si, la lección siempre se aprende y sabes que con el tiempo tu esfuerzo deberá ser mayor, y quizá ese sea el verdadero desafio. Te mezclas con aquellos antiguos aires, tus paisajes de siempre, tratas de no abandonar su visión aunque para ello debas descartar los cambios que, inexorablemente, el tiempo añade y sigues en la brecha.
Empiezas a pensar cuanto podrá durar, e incluso, buscas cómplices que te descubran la respuesta a tu pregunta. Pero lo cierto es que dicha respuesta se encuentra detrás de cada una de tus zancadas, detrás de esa molestia que te avisa como una conciencia omnipresente y por ello uno asume que todo seguirá igual en lo fundamental, en aquello que durante toda tu vida te ha empujado a recorrer kilómetros, correr, simplemente correr.
Por suerte existen algunos aliados, la vocación, el deseo, la constancia de no perecer ante las fauces demoledoras del tiempo y uno se recupera, y vuelve a buscar ese punto de forma que le permita volver a ser lo que fue, aunque solo sea en parte. Buscas una nueva carrera, un nuevo reto, lo encuentras y pones tu mirada fijo en el.
Uno aprende a olvidar las derrotas, sobre todo aquellas que tratan de tirarte a la cuneta, derrapas, pero tomas pronto la dirección correcta, eso si, la lección siempre se aprende y sabes que con el tiempo tu esfuerzo deberá ser mayor, y quizá ese sea el verdadero desafio. Te mezclas con aquellos antiguos aires, tus paisajes de siempre, tratas de no abandonar su visión aunque para ello debas descartar los cambios que, inexorablemente, el tiempo añade y sigues en la brecha.
Empiezas a pensar cuanto podrá durar, e incluso, buscas cómplices que te descubran la respuesta a tu pregunta. Pero lo cierto es que dicha respuesta se encuentra detrás de cada una de tus zancadas, detrás de esa molestia que te avisa como una conciencia omnipresente y por ello uno asume que todo seguirá igual en lo fundamental, en aquello que durante toda tu vida te ha empujado a recorrer kilómetros, correr, simplemente correr.
3 comentarios:
Casi lloro leyendo ésto. Me ha llegado al alma, y es que lo que aquí cuentas sólo podemos entenderlo los que amamos el atletismo.
Me alegro que te hayan gustado estas líneas. Es un incentivo para seguir escribiendo por estos lares.
Sí, por aquí se te sigue aunque no siempre tengamos demasiado tiempo, y como dice alicia, refleja lo que se siente cuando además de amar el atletismo te has planteado algún reto. Saludos.
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